EL PEAJE DE LO QUE UNO DESEA
Salí el viernes al mediodía tras
una densa pero removedora y fascinante clase de INTELIGENCIA EMOCIONAL, en la
que mis alumnos ávidos de conocimiento y descubrimiento, me instaron a
modificar el organigrama y extraer de mis arcas los recuerdos emocionales más
trascendentes en mi vida, para que sirvieran de referente a los que ellos
empezaban a airear.
Así que, cuando me monté en el
coche con dirección a Logroño, tenía una mezcla de satisfacción, hambre,
movimiento emocional y esfuerzo didáctico.
No es que mi mezcla de
sensaciones fuera negativa, al contrario, pero sí comprimida y un tanto
desgastadora.
Cerré los ojos, y mientras el
coche y Cesar se responsabilizaban de avanzar por la autopista, yo dejé que mi
cuerpo y mi mente se apoderaran de lo que necesitaban… ¡descanso!
Oh!!! Ya llegué, alegría infinita
de ver a mis hijos, hablar, compartir y luego dormir para enfrentar el sábado donde
yo soy la alumna y el Psicodrama me envuelve, me enseña, me REQUETEMUEVE y me
exige una dosis de atención importante.
MAJESTUOSOS VIVENCIALES, desde lo
EXPERIENCIAL de la clase, del grupo, de las puestas en escenas. ESPACIOS vacíos
donde llenamos de forma súbita y aparentemente imaginaria, las construcciones
en forma de personajes, objetos y realidades subyacentes, hasta conseguir dar
vida a los yo profundos y a los sentimientos y emociones más superficiales que
a veces enmascaran lo casi inconsciente.
Volví a salir de esa clase, con
una situación muy conocida por próxima… satisfacción, hambre, movimiento
emocional y esfuerzo didáctico, pero sólo cambiaba que mi sitio había sido
otro.
Ya cerca de Barcelona, en el
último peaje, me asaltó que más allá del peaje real, yo pagaba otro peaje por
lo que quería y deseaba hacer…
Pagaba cierta CULPA por que mi
marido se diera los palizones de kilómetros conduciendo.
Pagaba el ABANDONO de mis
cuidados, hierbas, horarios, alimentación.
Pagaba el CANSANCIO de cuerpo y
mente.
Pagaba el ESTRÉS que pre y post
Psicodrama me hacía adaptar horarios y consultas a la situación.
Pagaba la importante cifra que acompañada
del signo €, debilitaban mi ECONOMIA.
Pagaba…¡un sinfín de cosas! Un peaje
alto indiscutible.
Al llegar a casa, muy entrada la
madrugada, descargué el neceser y sentí que debía revisarlo, ya que me encontré
echando en falta alguna cosa durante el viaje, así que lo deposité encima de
una silla y en ese mismo instante, sentí que lo reharía con productos nuevos, y
lo limpiaría de algunos que se habían acumulado de otros viajes, y que no valía
la pena esconderlo mucho porque ya en el minuto cero de mi regreso, ya QUERIA
de nuevo pagar el peaje de lo conseguido;
SATISFACCION, HAMBRE DE MAS, MOVIMIENTO
QUE DA VIDA, Y ESFUERZO QUE GARANTIZA LA REALIZACION Y EL AVANCE.
Seguiré pagando mi peaje
particular y consensuado con César, porque bien merece la pena, sentirse LIBRE,
SATISFECHA y VIVA.
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