TU ERES EL ESPEJO QUE MIRO PARA MIRARME… Y YO SOY EL REFLEJO DE LO QUE TU MIRAS AUNQUE NO LO QUIERAS VER.

Maribel Genzor

23 marzo 2014

 
UNA CLASE DE PSICODRAMA

 

Una bufanda y un pañuelo de cuello olvidados; un profesor que aprovecha los objetos; unos alumnos que se cuestionan los olvidos, y yo intentando observar que estaba produciéndose en esa escena.

Unos comentarios superficiales; unas sugestiones asociadas, unas conclusiones bastante ahogadas, y yo repasando mi vida que se me presentó disociada.

 
Y me reafirmé en mis conductas; dí por supuesto que podía hacerlo puesto que me resultaban evidentes, conocidas, sabidas y vividas… ¡yo nunca olvido nada!


Y una bufanda olvidada y, un pañuelo abandonado, me abrieron la puerta de la zona escondida, de la zona que, aún sabiendo que existe, es difícil llegar a ella.


Un grito ahogado y silencioso explotó en mi interior…¡YO SIENTO PENA!


Que mis ojos no saben lo que les pasa, pero lloran; que mis latidos del corazón no saben lo que les pasa, pero se aceleran; que mis manos no saben lo que les pasa, pero se agarrotan; y yo que sí se lo que me pasa… ¡SALGO A ESCENA!


Un profesor-conductor que con ojos directos y mirada más allá de la mirada, me mueve y hace decir y hacer… y yo pongo sillas vacías, y yo bautizo las sillas, y sus nombres me resuenan desde lo secreto y desde lo inconsciente; tu CORAGE, tu CANSANCIO, tu YO.


Y las transito de forma inducida y, me revelan experiencias y, me abren el pensamiento y, me airean los sentimientos; y yo me dejo arrastrar al túnel del pasado y entre las lágrimas incontenidas que me escuecen no sólo los ojos y, los sentimientos que se expanden, caigo en la más absoluta claridad. ¡COMPRENSION TOTAL!


Y que la pena está vinculada al pasado y, que no tiene sólo el nombre de mi hermano, que la pena no sólo es pena, que es impotencia y, no tiene sólo el nombre de mi persona…

¡Y QUE YA COMPRENDO!


Me voy con el cuerpo apalizado, la mente espesa y un alma serena… ¡carretera y música!

Y sé que la bufanda olvidada de mi compañero Imanol, y el pañuelo dejado de mi compañera Marijo, volvieron a ellos.


¿qué hora es? ¿Dónde estamos ya cariño?

Y la voz potente y conocida me contesta que en Zaragoza, y justo en ese preciso instante, justo ahí me dí cuenta que mi tan conocida, sabida y vivida manera de actuar y ser, se había ( bueno eso no es correcto YO LA HABIA) olvidado en clase, en forma de pasmina grande, naranja, brillante, con la que me cubría siempre.


Una pasmina olvidada, que me devolvió mi vida también olvidada.

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