TU ERES EL ESPEJO QUE MIRO PARA MIRARME… Y YO SOY EL REFLEJO DE LO QUE TU MIRAS AUNQUE NO LO QUIERAS VER.

Maribel Genzor

15 junio 2012


NO TENGO LA IMAGEN QUE QUIERO…

 Julia, desde que cumplió 15 años no sale a la calle de forma natural y libre. Desde hace 2 años,   tiempo en el que empezaron a aparecerle unos granos en la frente y en la barbilla.

Fernando rechaza sus pelos, que considera exagerados en cantidad y en ubicación de su cuerpo, y que han provocado que tenga que depilarse constantemente para intentar disimular  las zonas peludas de un cuerpo de apenas 16 años.

Mia evita mirarse en los espejos. En los últimos meses su nariz aguileña le resulta un auténtico calvario.

Rosana se ve celulítica, fea, y se compara de forma obsesiva con todas sus amigas y cualquiera que se cruce por su camino.

La dismorfofobia es una de las patologías psicológicas más frecuentes entre nuestra juventud. Los chicos y chicas actuales, habitualmente de  clase media-alta, viven con una preocupación constante sobre su apariencia física, buscandose defectos, arrugas, granos, un poco de celulitis, alguna deformidad que en su mente imaginaria puede observar  por todo su entorno.

La obsesión puede centrarse en la nariz, en las arrugas alrededor de los ojos, en la caída del cabello… Cualquiera de estas percepciones sume al joven en una crisis psicopatológica de la que es muy difícil evadirse. Yo estoy tratando a muchos jóvenes con éste cuadro, que si bien está instalado en ellos, cuando lo abordamos directamente y profundizamos en las causas que pueden producirlos, nos encontramos con sensaciones de soledad, con impactos emocionales demasiado frágiles, con falta de atención por parte de su circulo más próximo.

El Italiano Enrico Morselli fue el primero en identificar este cuadro en el año 1891, cuadro que con el tiempo y los avances de la tecnología y los bombardeos publicitarios, no ha hecho sino  empeorar. Los medios de comunicación y las continuas referencias a la belleza casi perfecta transforman una pequeña alteración en un drama sin solución.

La fobia a la fealdad o al defecto físico asola a nuestros jóvenes, que viven comparándose  continuamente  con sus amigos.  En algunos casos les impide relacionarse y se esconden de las relaciones sociales, convencidos de que el mundo les despreciará. A estas pequeñas imperfecciones se les da una importancia desmesurada olvidando a las personas. La obsesión es permanente, y poco o nada puede hacerse mediante razonamientos desde sus círculos próximos, pues por norma no les tienen consideración ni credulidad.

En los jóvenes este sentimiento de minusvalía física aparece con los cambios fisiológicos de la pubertad, en torno   a los 12 años, y acaba normalmente a los 20 años. En los casos graves puede continuar hasta la edad adulta.

En muchos casos esta patología esconde un rechazo a su desarrollo y crecimiento, en otros el miedo a parecerse al progenitor que les parece menos atractivo. También puede aparecer cuando envidian a  un hermano o hermana.

Algunos de nosotros guardamos en la mochila recuerdos de desesperanza y malestar que no se han aliviado totalmente. Le hemos echado la culpa a nuestras  supuestas deformidades de los primeros fracasos amorosos, de las dificultades para ligar, de la falta de amigos… Ciertamente cuando hurgamos en el espejo de nuestra imagen, tenemos que haber avanzado mucho en la aceptación, satisfacción, y madurez para encontrar la imagen que nos devuelve el espejo, cuanto menos NORMAL.
Me preocupa como mi consulta cada vez se llena más de ¡no tengo las imagen que quiero!, y tengo una línea trazada para conseguir que conciencien que ¡no tienen la imagen que nos venden! ese TERRIBLE SUFRIMIENTO QUE PADECEN TENEMOS LA OBLIGACION DE AYUDARLES A SUPERARLO.






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